
Mictlantecuhtli (pron. MIct-lan-te-cuht-li) o 'Señor de la Tierra de los Muertos' era el dios Azteca de la muerte y adorado a través de Mesoamérica. El gobernó el inframundo (Mictlán) con su esposa Mictecacíhuatl. El dios era el gobernante del 10° día Itzcuintli (Perro), el 5° Señor de la Noche y el 6° (u 11°) Señor del Día. Era el equivalente al dios maya Yum Cimil, al dios zapoteco Kedo y al dios tarasco Tihuime. Mictlantecuhtli estaba estrechamente relacionado con los búhos, arañas y los murciélagos y con la dirección sur.
El Mito de la Creación
En el mito azteca de la creación, Mictlantecuhtli intento retrasar al dios Ehecatl-Quetzalcóatl en su viaje a Mictlán. Quetzalcóatl estaba buscando los huesos de las criaturas del mundo anterior del 4°Sol para crear la humanidad. Entre los trucos y díficiles tareas que le impuso Mictlantecuhtli fue insistir en que Quetzalcóatl sólo podría llevarse los huesos si daba cuatro vueltas por el inframundo tocando una caracola como trompeta. Esta tarea no era tan sencilla como parecía, y aque el dios del inframundo sólo le dio a Quetzalcóatl un caracol común y corriente, por lo que no sonaría. Quetzalcóatl resolvió el problema haciendo que unos gusanos perforaran la concha e introduciendo abejas en su interior para que su zumbido sonara como una trompeta. Para no ser superado por esto, Mictlantecuhtli dejó que Quetzalcóatl pensara que había obtenido lo mejor de las cosas y le permitió tomar los huesos.
Mictlantecuhtli, entonces, lejos de darse por vencido, dispuso que sus ayudantes, los Micteca, excavaran una gran fosa para que Quetzalcóatl tropezara en ella cuando intentara salir del Mictlán.
Efectivamente, al pasar por la fosa y, desafortunadamente, sobresaltado por una codorniz que pasaba por allí, Quetzalcóatl cayó en la trampa y los huesos se rompieron y se esparcieron. Sin embargo, Quetzalcóatl se incorporó y recogiendo los huesos logró salir de la fosa y salir ileso de las garras de Mictlantecuhtli. Una vez entregados a la diosa Cihuacóatl, los huesos se mezclaron con la sangre de Quetzalcoatl y de la mezcla surgieron los primeros hombres y mujeres.
Mictlán
Mictlantecuhtli era un dios tan importante en el panteón azteca porque, como gobernante del Mictlán, todas las almas se encontrarían un día con él cara a cara, ya que se creía que sólo los que sufrían una muerte violenta, las mujeres que morían al dar a luz o las personas muertas por tormentas o inundaciones evitaban el inframundo en la otra vida. Los aztecas no creían en un paraíso especial reservado sólo a los justos, sino que todas las personas compartían el mismo destino tras la muerte, independientemente del tipo de vida que hubieran llevado. Las almas descendían por las nueve capas del inframundo en un arduo viaje de cuatro años hasta llegar a la extinción en la parte más profunda: el Mictlán Opochcalocán. Mictlantecuhtli era especialmente venerado en el mes azteca de Tititl, donde, en el templo de Tlalxicco, se sacrificaba un imitador del dios y se quemaba incienso en su honor.
Representación en el Arte
Mictlantecuhtli suele ser representado en el arte como un esqueleto o cubierto en huesos con puntos rojos que representan la sangre. También puede llevar una máscara de calavera, tapones de hueso en las orejas, un traje de plumas de búho e incluso un collar de globos oculares. Tiene el pelo negro rizado y unos ojos poderosos que le permiten penetrar en la penumbra del inframundo. En ocasiones puede llevar ropa y un sombrero cónico de papel amate.